Si queremos que el alumnado construya sus propios conocimientos y se convierta en protagonista de su propio aprendizaje, hay que favorecer que se implique de forma activa en todo el proceso. Para ello, hay que crear situaciones de aprendizaje en las que,  lejos de limitarse a memorizar los conceptos, pueda integrarlos dentro de su propio sistema cognitivo, relacionándolos con lo que previamente conoce.
La observación directa de los fenómenos permite una comprensión adecuada de los conceptos y ayuda a centrar las ideas de los alumnos. En este caso, los alumnos de 1º de ESO están trabajando los invertebrados y han visitado el laboratorio para estudiar la anatomía de un molusco bivalvo. Incluso han podido analizar otros organismos que viven sobre su concha.
En nuestra experiencia docente hemos observado que la actitud que los alumnos adoptan en el laboratorio es diferente a la que muestran en las clases estrictamente teóricas. En la mayoría de los casos, e independientemente de su edad, los alumnos se muestran en el laboratorio más responsables, hacen más preguntas, se encuentran más distendidos, aprenden a trabajar en equipo, se incrementa la colaboración entre los compañeros y se amplía la comunicación profesor-alumno.
Algunos valientes han tocado el molusco ¡sin guantes!, otros, como estaba cocido, teníamos ganas de comérnoslo.
Estamos deseando volver al laboratorio, en la próxima ocasión estudiaremos un pez óseo. ¿nos pondremos también guantes?
¡Cuando lo veo, mejor lo aprendo!