¿Sabíais que las espinas de cactus y euphorbias son hojas adaptadas para evitar la pérdida de agua y protegerse de los herbívoros ramoneadores?¿Que las plantas epífitas, como algunas orquídeas o bromelias, crecen sobre los árboles tropicales para buscar la luz? ¿Y que la escopolamina (o burundanga) es una molécula muy dañina para la salud que se obtiene de plantas como la belladona, el estramonio o la trompeta de ángel? Estas cuestiones y muchas más nos las explicaron en la visita guiada al Jardín Botánico de Arganzuela, organizada desde el Programa de Madrid un Libro Abierto.
Este oasis de tranquilidad se encuentra localizado en el antiguo matadero municipal del distrito de Arganzuela. Es un enorme invernadero y jardín botánico, de 7100 metros cuadrados, representativo de la Arquitectura del Hierro del S. XIX.
Este espacio fue construido por el arquitecto Luis Bellido y González entre los años 1908 y 1928, y su función original era la de almacén de verduras con las que se alimentaba al ganado del matadero, motivo por el que se conocía como «el patatero».

Actualmente, alberga 9000 especies de plantas representativas de los biotopos: «desierto», «tropical» y «subtropical» perfectamente diferenciados. Cada uno de ellos presenta un microclima distinto, albergando una flora específica adaptada a las condiciones ambientales propias de cada uno de los biotopos. Las adaptaciones a la baja y alta temperatura, o a la escasez de agua, de las plantas crasas y cactus; las adaptaciones a la falta de luz en plantas tropicales; las hojas modificadas como trampas de las plantas carnívoras y otras muchas adaptaciones que hemos presenciado, son hermosos ejemplos vivientes de la enorme biodiversidad botánica de nuestro planeta.